lunes, 29 de octubre de 2012

cuando pienso en no te quiero más

Cuando pienso en no te quiero más
huelo a pasto recién cortado en la Plaza Tucumán
después de chaparrones.

Cuando pienso en no te quiero más
aprieto un botón:
el botón de caída libre.
A veces caigo para arriba
y subo más alto que la atmósfera
y cruzo todas las variaciones de color
y de sonido
y de faunas terrestres.
A veces me impulso tan fuerte
que llego al medio del espacio y veo negro
-o sin colores-
y escucho zumbidos
como de conversaciones de murciélagos mudos.
Entonces empiezo a caer para abajo.

Cuando pienso en no te quiero más
me alivio tanto que me duele
y siento carreras de aire desorientado
adentro de mi cuerpo.

Cuando pienso en no te quiero más
se me duermen los pies y no puedo sentir el piso
-levito-.
El peso específico de mi cuerpo se desgrana
y una célula melancólica corre a guardarse
en la cajita de un CD que te presté.
No sé si estoy parada en el parquet de mi cuarto
o en la goma mugrienta del ascensor
o en las baldosas acanaladas de la vereda de tu casa.
Pienso también en el ruido a rueditas de valija
sobre veredas de baldosas acanaladas.

Cuando pienso en no te quiero más
escucho mil músicas que nunca escuché.
Escucho con las uñas
y el ombligo
y la rugosidad callosa de los codos
y la pelusa rubia de mi cuello
y la sien izquierda
y el pelo.
Escucho
-incluso-
con la memoria de las canas que me arranqué.

Cuando pienso en no te quiero más
huelo a mandarinas exprimidas
en mi exprimidor eléctrico desenchufado,
y a tostadas de pan blanco con gas de estufa
en la casa de mi abuela,
y a nesquick helado batido en minipimer,
y a una galletita crackers
con gusto a telgopor de la dieta de tu mamá
que me diste un domingo a la mañana
y yo te dije que no, que mejor el bonobón,
que me gusta comer poquito pero rico.
Pienso también que voy a extrañar tu cama grande
aunque conozca diez camas grandes más
(o treinta)
(o cien).

Cuando pienso en no te quiero más
me ahogo de exceso de aire.

Cuando pienso en no te quiero más
soy media yo.

Cuando pienso en no te quiero más
soy un millón de yo.



Luciana Cáncer
29 de octubre de 2012.

1 comentario:

  1. Me quedé sin palabras para tanta palabra hermosa, bien encadenada, llena de imágenes viscerales, reconocibles e intensas. Tu texto me atravesó y créeme, tengo el gusto dócil pero no más de 3 cosas me atraviesan. El desvelo es lo tuyo!

    ResponderEliminar